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El viento y la muerte

Fernando Moure schreibt für kinolatino.de über den Film KARAI NORTE von MARCELO MARTINESSI:

 

KARAI NORTE, DE MARCELO MARTINESSI



El cortometraje del director paraguayo Marcelo Martinessi fue presentado en el 4º Kinolatino 2011 de Colonia semanas atrás. Estrenado en la Berlinale en 2009, ha obtenido diversos premios en festivales y certámenes internacionales en los últimos dos años. 


Las primeras imágenes en blanco y negro de Karai Norte de Marcelo Martinessi, ofrecen un dibujo antiguo y potente sobre circunstancias adversas que atravesó el Paraguay en el siglo XX, y cuyos ecos aún pueden escucharse en el presente. El cortometraje, cuyo origen es un cuento corto, titulado Arribeño del norte, del escritor Carlos Villagra Marsal y escrito a principios de los años ´50, ofrece una versión audiovisual que nos permite dialogar con un tiempo pretérito, reconstruyendo una memoria no solo histórica, sino fílmica, ante la ausencia de una industria cinematográfica en ese país.


El trabajo de Martinessi tiene un aspecto sorprendente, que es mostrarse de una forma arcaica, de recomponer una trama memoriosa sostenida por dos actores, uno profesional, Arturo Fleitas, y una anciana, Lidia viuda de Cuevas y que aparece por primera vez ante las cámaras. El arte cinemático de Karai Norte nos sumerge a un cine costumbrista y lento, con actuaciones naturalistas, en un escenario  real. Por otro lado, el estado de contingencia y precariedad socio-económica retratado en el cortometraje está apoyado en una caracterización deudora de la cultura popular latinoamericana.


CUADRO DE SITUACIÓN: DE LA LITERATURA AL CINE


El cortometraje Karai Norte presta igual atención a sus imágenes visuales en blanco y negro, como a las sonoras, y está narrado enteramente en guaraní, la lengua amerindia más hablada de Sudamérica. Recordemos que el cuento Arribeño del norte fue escrito originalmente en castellano, a pesar que el escritor lo recogió de diversas fuentes de la tradición oral y en guaraní. Medio siglo más tarde, éste audiovisual vuelve a utilizar la lengua original en la que alguna vez Villagra recibió la(s) historia(s) para armar su relato.


El cuadro de situación actual es bien distinto, pero los ideales que inspiraron a un artista como Villagra siguen vigentes en la mirada de Martinessi. La cita literaria de la que se vale Martinessi forma parte de un mecanismo de construcción de una obra nueva, un método de búsqueda de un lenguaje audiovisual por el que desplazar el mundo literario hacia el exterior y sumarle colores propios. Recontextualizar  un cuento antiguo, devolver sus discretos colores al blanco y el negro implica desarrollar un tratamiento formal que incorpora experimentaciones como una textura granulada, símil de fotografía antigua, a partir de la transferencia de los negativos de 16 milímetros a 35 mm, situación que finalmente enriquece la percepción de la versión, a la manera de un documento fílmico antiguo. 


La fotografía y la ordenación compositiva sobre la superficie de los cuerpos, los objetos y el paisaje son indelebles a la mirada. El sonido es claro, insistente y de altísima calidad: se escucha el galope del caballo, y el crujir de la precaria cabaña golpeada por el viento. Su presencia, batiendo los utensilios de hojalata inclementemente, lo convierte en un protagonista más. Como explica el director sobre este fenómeno atmosférico cálido en la cultura rural paraguaya: “el viento Norte es una presencia extraña, maldita”.


Frente a la acción como motor de la narración cinematográfica, la cámara se dirige también a la periferia de la trama, para detenerse en planos generales como el paisaje espectral del Chaco (la región oeste del Paraguay), o en los ambientes interiores y las cosas que lo habitan. La cámara de Martinessi no es pasiva, es como una cámara intrusa, provocando con su presencia insistente una respuesta de tensión en los actores. A veces pareciera como si la película se hubiera atascado en un fotograma concreto, como por ejemplo en la inolvidable escena de la mujer peinándose. Estos momentos “muertos” en los que apenas pasa nada más que el ojo-cámara moviéndose entre los cuerpos de los actores, se dilata morosamente en diálogos mínimos, miradas, y fuerte corporalidad. 



LA SOMBRA DE LA REALIDAD


Gracias al poder ilusorio del cine, se pueden seguir fragmentos de la vida civil del Paraguay conectadas con sus circunstancias histórico-políticas, y comprender el infortunio crónico del campesinado. Cabría también la caracterización del carácter estoico de una mujer rural y el épico de un aventurero, resignificado a través de un episodio mínimo, pero que sirve de lente de aumento para entender  la construcción del presente del país sobre el sedimento de revoluciones, dictaduras o despojos. 


Karai Norte contiene descripciones naturalistas sobre una forma de vida aún vigente en la campiña, y duramente romántica. El lado más sombrío y crepuscular de un ambiente campesino, alrededor de los tiempos de la Revolución de 1947, que aunque no siendo tratado directamente en el cortometraje, es contextualizado en este encuentro fortuito entre dos personas. 


El contexto que recrea Martinessi mantendría, a modo de reflexión para el presente, intacta la trama de rencores, la venganza, la destrucción del otro (por sus maneras de pensar o actuar) que movilizan las pasiones de sus personajes. Y que por supuesto, que no solamente pueden ocurrir en Paraguay, sino retrotraernos a una auténtica tragedia griega.


Un impresionante final, que quedará grabado en la memoria de más de uno, sería un intento del arte de pronunciarse sobre lo real, aquello que dicen los psicoanalistas es irrepresentable y sin forma. El jinete vuelve al rancho solitario donde es recibido ya con mayor confianza por la anciana, y sin apearse del caballo, va entregando una a una las pertenencias robadas (el motor de la trama), y como colofón, le entrega un resto humano. El trofeo que este Karai (señor en lengua guaraní) del infortunio, verdugo irracional o vengador irresponsable pinta de cuerpo entero las artes de una guerra practicadas en estas tierras calientes, donde el canibalismo, la vida de los semejantes no vale nada. 


Símbolos artísticos como este cortometraje conforman una página interesante e inteligente de la identidad paraguaya marcada por la violencia. Una historia delicada que conserva hasta el minuto diez y siete un tono lento y melancólico, y que nos golpea en el último con un final de pesadilla.


 

 

Por: Fernando Moure

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